Lc 1, 26-38: Alégrate, el Señor está contigo
Inmaculada Concepción Primera lectura: Gn 3, 9-15.20 Establezco hostilidades entre ustedes Salmo responsorial: Sal 97, 1-4 Segunda lectura: Ef 1, 3-6.11-12 Nos eligió en Cristo
En aquel tiempo envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María. 28Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. 29Al oírlo, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué clase de saludo era aquel. 30El ángel le dijo: No temas, María, que gozas del favor de Dios. 31Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús. 32Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reino no tenga fin. 34María respondió al ángel: ¿Cómo sucederá eso si no convivo con un hombre? 35El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios. 36Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses. 37Pues nada es imposible para Dios. 38Respondió María: Yo soy la servidora del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue.
Comentario
La teología de la elección divina, individual o comunitaria, comporta la idea de una misión a cumplir; la responsabilidad derivada de aceptar el encargo es tremenda, pues de su cumplimiento pende la realidad de la salvación de una comunidad o pueblo. También sabemos que la idea de la elección alimenta una conciencia de clase y privilegio que se convierte en opresora. Los elegidos por la divinidad se colocan por encima de todos, con todos los derechos de su lado y nulos deberes a cumplir. Los elegidos son diferentes. La fe cristiana, sin embargo, desmonta esa manera de pensar, gracias a la muerte de Jesús, el elegido de Dios. En esta línea, todo discípulo de Jesús tiene conciencia de ser elegido por Dios desde que inicia su proceso bautismal; ha sido elegido para ser otro Cristo: cristiano. La misión recibida hay que avanzarla día a día, “de pensamiento, palabra, y obra”, con la radical humildad de María Inmaculada, con el único privilegio que da la cruz de Cristo.