Mc 6, 7-13: Los envió de dos en dos
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. 8 Les encargó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja, 9 que calzaran sandalias pero que no llevaran dos túnicas. 10Les decía: Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que se marchen. 11Si en un lugar no los reciben ni los escuchan, salgan de allí y sacudan el polvo de los pies como protesta contra ellos. 12Se fueron y predicaban que se arrepintieran; 13expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Reflexión
Jesús envía a los Doce a la Misión. Este mandato que dio a ese grupo de amigos cercanos suyos, es un mandato que llega a todos los bautizados por extensión. La misión es la identidad de la Iglesia. Quien ha sido introducido en la causa de Jesús, a través del bautismo, está llamado a vivir la misión de anunciar la Buena Nueva. La Misión consiste en llevar felicidad, alegría, sanidad, esperanza a la gente que recibe la Buena Noticia. La misión es el compromiso que tiene el discípulo de extender y propagar el proyecto de humanización querido por Dios e inaugurado por Jesús, haciendo que otro mundo sea posible. Aquí es donde la Iglesia se juega, hoy más que nunca, su credibilidad. Por ello hay que decir no a una misión que hace del cristianismo una cuestión doctrinal-teórico, moralista y espiritualista; no a una misión que genere un cristianismo eclesiocéntrico; no a una misión desencarnada de la historia, de la realidad política, de la cultura de un pueblo