Jn 20, 2-8: El otro discípulo llegó primero
Juan, apóstol y evangelista (s. I) Primera lectura: 1Jn 1, 1-4 Les anunciamos lo que hemos visto Salmo responsorial: Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12
El primer día de la semana, María Magdalena llega corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que era muy amigo de Jesús, y les dice: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. 3 Salió Pedro con el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 Inclinándose vio las sábanas en el suelo, pero no entró. 6 Después llegó Simón Pedro, que le seguía y entró en el sepulcro. Observó los lienzos en el suelo 7 y el sudario que le había envuelto la cabeza no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en lugar aparte. 8 Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Comentario
San Juan es testigo de Cristo, la palabra de la vida. La vida nueva, del Resucitado, es lo específico de la experiencia apostólica, vivida en comunidad. El apóstol ha experimentado la palabra con la totalidad de sus sentidos y se vuelve nuncio y escritor, evangelista, en busca de la alegría plena y compartida. Uno de los distintivos de las tradiciones de san Juan es que plasma la verdad en simbolismos de belleza singular. La belleza es una ruta a la verdad definitiva, que muchas veces queda relegada en aras de una comprensión más racionalizada de la experiencia de Dios. El camino de la belleza se plasma en colores, armonía, intensidad simbólica de realidades que se aprenden mediando los sentidos. Es un reto actual recuperar el lenguaje simbólico y forjar símbolos nuevos, que, como anota Evangelii Gaudium, “le den nueva carne a la transmisión de la Palabra” (nº 167). La venida del Cristo llama a contemplar, ver y palpar la palabra de la vida duradera. Ella finca nuestra comunión vital con Dios y con los hermanos. ¿Cómo cultivamos la belleza en nuestra comunidad?