Lc 8, 4-15: Unas semillas dieron fruto abundante
Jenaro, mártir (305) Primera lectura: 1Cor 15, 35-37.42-49 Se siembra lo corruptible Salmo responsorial: Sal 55, 10.11-12.13-14
Se reunió una gran multitud y se añadían los que iban acudiendo de una ciudad tras otra. Entonces Jesús les propuso una parábola: 5 Salió el sembrador a sembrar la semilla. Al sembrar, unos granos cayeron junto al camino; lo pisaron y los pájaros se los comieron. 6 Otros cayeron sobre piedras; brotaron y se secaron por falta de humedad. 7 Otros cayeron entre espinas, y al crecer las espinas con ellos, los ahogaron. 8 Otros cayeron en tierra fértil y dieron fruto al ciento por uno. Dicho esto, exclamó: Quien tenga oídos que escuche. 9 Los discípulos le preguntaron el sentido de la parábola, 10y él les respondió: … La semilla es la palabra de Dios. 12Lo que cayó junto al camino son los que escuchan; pero enseguida viene el Diablo y les arranca del corazón la palabra, para que no crean y se salven. 13Lo que cayó entre piedras son los que al escuchar acogen con gozo la palabra, pero no echan raíces; ésos creen por un tiempo, pero al llegar la prueba se echan atrás. 14Lo que cayó entre cardos son los que escuchan; pero con las preocupaciones, la riqueza y los placeres de la vida se van ahogando y no maduran. 15Lo que cae en tierra fértil son los que escuchan la palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen y dan fruto gracias a su perseverancia.
Comentario
La explicación que hace Jesús de la parábola del sembrador muestra de manera pedagógica lo que Dios quiere comunicar a los oyentes del Maestro. La Palabra de Dios es una semilla que requiere una tierra fértil y bien dispuesta para generar vida y producir frutos. Esa Palabra que no vuelve a Dios sin haber fecundado la tierra llega a las multitudes que se sienten atraídas por la seducción de aquel Profeta. La Palabra es como semilla que es arrojada pero que se encuentra con diversos escenarios que pueden acogerla o ahogarla según la disposición del recipiente. Hoy, la Palabra de Dios sigue siendo arrojada por los sembradores en realidades de injusticia, opresión, indiferencia que exhiben el descarte de hombres y mujeres víctimas de una tierra que ha sofocado la Palabra, que la ha descuidado y hasta ha olvidado su talante vivificador. También ahora el Reino exige tierra buena, fértil y bien dispuesta que germinar y crecer. ¿De qué manera nutres la tierra de tu Comunidad Cristiana para que la Palabra dé frutos?