Mt 11, 16-19: Tocamos la flauta y no bailaron
Lucía, mártir (304) Primera lectura: Is 48, 17-19 ¡Si hubieras atendido a mis mandatos! Salmo responsorial: Sal 1, 1-4. 6
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: ¿Con qué compararé a esta generación? Son como niños sentados en la plaza que gritan a otros: 17Hemos tocado la flauta y no bailaron; hemos entonado cánticos fúnebres y no hicieron duelo. 18Vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: está endemoniado. 19Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: miren qué comilón y bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores. Pero la sabiduría se conoce por sus obras.
Comentario
Poco o nada dicen hoy palabras como “redención”, “justificación” y “salvación”. Quizá se deba a que el hombre y mujer actual tienen todos los hilos de su propio destino y a que se ha diluido el sentido de trascendencia. En contrapartida, el materialismo pragmatista y la sobrevaluación de lo inmediato van ahogando los anhelos profundos del espíritu humano, pero sin satisfacerlos. Lejos de morir, los ídolos del poder, del tener y del placer se han adueñado de la voluntad humana y de sus proyectos, reduciendo todo al “aquí y ahora” banalizando lo perdurable. El hambre de plenitud y de vivir con sentido la propia historia, sin embargo, están inscritos en los genes de la humanidad, pero no para mantenerse insatisfechos permanentemente, sino para buscar el más allá, al otro, lo que nos trasciende y orienta. ¿Necesitamos al Redentor?